martes, 16 de enero de 2024

Letanías por los enfermos

 



Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. 
 
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. 
 
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. 
 
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.  
 
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos. 
 
Dios Padre Celestial,
ten piedad de nosotros.
 
Dios Hijo Redentor del mundo,
ten piedad de nosotros.
 
Dios Espíritu Santo,
ten piedad de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios,
ten piedad de nosotros.

Tú que sanas a los de corazón contrito,
ten piedad de nosotros.

Tú que hieres y curas,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que das la muerte y la vida,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que no privas del infierno a los que libremente lo eligen pero ayudas a todos para que no caigan en él,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que sanas a los que oran en su enfermedad,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que por tu misericordia salvas a los que en Ti esperan,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que sanaste las heridas a Job,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que liberaste de su enfermedad a Ezequías que a Ti clamaba,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que expulsaste de Sara al demonio,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que hiciste ver la luz del Cielo a Tobit,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que escuchaste a la mujer cananea que clamaba por su hija,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que liberaste de la fiebre a la suegra de Pedro,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que erguiste a la mujer encorvada,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que salvaste de la fiebre mortal al hijo del oficial del rey,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que curaste con tu Palabra al siervo del centurión,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que sanaste y purificaste a los paralíticos y leprosos,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que libraste de los espíritus inmundos a los poseídos y atormentados,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que sanaste a la hemorroísa por el contacto con tu túnica,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que hiciste oír a los sordos,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que hiciste caminar a los inválidos,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que desataste los labios de los mudos,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que iluminaste los ojos de los ciegos,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que devolviste la salud a enfermos y discapacitados,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que reconfortas a los trabajadores fatigados,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que llevaste sobre Ti nuestras cargas,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que hiciste revivir al hijo muerto de la viuda,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que devolviste la vida a la hija de Jairo,
ten piedad de nosotros.
 
Tú que resucitaste de la muerte de cuatro días a Lázaro,
ten piedad de nosotros.

Tú que visitaste a los enfermos y prometiste los premios eternos a los que los visitaran,
ten piedad de nosotros.

Tú que liberaste a muchos de sus enfermedades por la sombra de Pedro,
ten piedad de nosotros.

Tú que sanaste a muchos enfermos con pañuelos y delantales de Pablo,
ten piedad de nosotros.

Tú que levantaste de la muerte a un hombre por el contacto con los huesos de Eliseo,
ten piedad de nosotros.

Dios, ayuda y protección nuestra,
ten piedad de nosotros.

Sustentador y liberador nuestro,
ten piedad de nosotros.

Refugio nuestro y prenda de nuestra salud,
ten piedad de nosotros.

Fortaleza y paciencia nuestra,
ten piedad de nosotros.

Salvador y Redentor nuestro,
ten piedad de nosotros.

Senos propicio
perdónanos, Señor.
 
Senos propicio
escúchanos, Señor.
 
Senos propicio
líbranos, Señor.
 
De todo mal,
líbranos, Señor.
 
De todo pecado,
líbranos, Señor.
 
De toda enfermedad y desgracia,
líbranos, Señor.
 
De la peste y de todo contagio,
líbranos, Señor.
 
De toda impaciencia y pusilanimidad,
líbranos, Señor.
 
De las insidias del Diablo,
líbranos, Señor.
 
De los peligros de la muerte,
líbranos, Señor.
 
De los padecimientos del infierno,
líbranos, Señor.
 
De la muerte súbita e imprevista,
líbranos, Señor.
 
De la condenación eterna,
líbranos, Señor.
 
Por tus tentaciones en el desierto,
líbranos, Señor.
 
Por tus lágrimas y aflicciones,
líbranos, Señor.
 
Por tus trabajos y fatigas,
líbranos, Señor.
 
Por tu tedio y tristezas,
líbranos, Señor.

Por tu temor y angustias,
líbranos, Señor.

Por tu hambre y sed,
líbranos, Señor.

Por tu agonía y sudor de sangre,
líbranos, Señor.

Por tus sacrosantas Llagas,
líbranos, Señor.

Por tu preciosísima Sangre,
líbranos, Señor.

Por tu Cruz y Pasión,
líbranos, Señor.

Por tu Muerte y Sepultura,
líbranos, Señor.

Por tu gloriosa Resurrección,
líbranos, Señor.

Por tu admirable Ascensión,
líbranos, Señor.

En el Día del Juicio,
líbranos, Señor.

Nosotros, que somos pecadores,
te rogamos, óyenos.
 
Para que nos perdones,
te rogamos, óyenos.
 
Para que seas indulgente con nosotros,
te rogamos, óyenos. 
 
Para que nos concedas la oportunidad de la verdadera penitencia,
te rogamos, óyenos.
 
Para que nos des compunción de corazón y abundantes lágrimas de arrepentimiento,
te rogamos, óyenos. 
 
Para que te dignes visitarnos y consolarnos,
te rogamos, óyenos. 
 
Para que nos concedas tiempos propicios y salud de alma y cuerpo,
te rogamos, óyenos.
 
Para que te dignes concedernos el perdón y la purificación de todos nuestros pecados,
te rogamos, óyenos.
 
Para que te dignes infundir en nuestros corazones la gracia y el consuelo del Espíritu Santo,
te rogamos, óyenos. 
 
Para que nos socorras y nos hagas pacientes en toda tribulación,
te rogamos, óyenos.
 
Para que en la hora de la muerte nos protejas de los asaltos del Diablo,
te rogamos, óyenos.
 
Para que nos concedas perseverar hasta el fin y morir en tu gracia,
te rogamos, óyenos.

Para que te dignes bendecir y santificar nuestra última hora,
te rogamos, óyenos.

Para que te dignes recibir nuestro espíritu en tus manos,
te rogamos, óyenos.

Para que después de la muerte nos concedas atravesar felizmente las puertas del Paraíso,
te rogamos, óyenos.

Para que te dignes escucharnos,
te rogamos, óyenos.

Hijo de Dios,
te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos, Señor.
 
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos, Señor.
 
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
 
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.  
 
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos. 

Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. 
 
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. 
 
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. 
 
Salva a tus siervos, Señor,
Que confían en Ti.
 
Conviértenos, Señor,
Ten compasión de tus siervos.
 
Sé para nosotros, Señor, torre de fortaleza,
Frente a nuestros enemigos.
 
Que no tengan poder sobre nosotros,
Y que el hijo de la iniquidad no pueda dañarnos.
 
Sé nuestra ayuda, Señor, y no nos abandones,
No te apartes de nosotros, Dios de salud.
 
Ayúdanos, Salvador nuestro,
Y líbranos, por la gloria de tu Nombre.

Señor, escucha mi oración,
Y llegue a Ti mi clamor.

Oremos: Dios, fortaleza en la enfermedad humana, auxilia con tu poder clementísimo a tus siervos enfermos, para que ayudados por esta obra de tu misericordia, merezcan servir incólumes a tu Iglesia.

Dios, cuyo Unigénito con su paciencia, derrotó la soberbia del antiguo Enemigo, concédenos que, siguiendo su mismo ejemplo, podamos tolerar con santa aceptación toda adversidad.

Dios, benignísimo Creador y misericordiosísimo Reformador del género humano, que redimiste con la preciosa Sangre de tu Unigénito, al hombre privado de su eterna felicidad por la envidia del Diablo, vivifica a estos siervos tuyos con la gracia de tu poder y da abundante salud a los que yacen; cólmanos de todo gozo y alegría espiritual; aleja de nosotros las insidias del Maligno; envíanos al médico de la salud y Ángel de la paz; que los angustiados recibamos tu consuelo, seamos auxiliados en el presente, y en el futuro recibamos los premios eternos.

Rogamos humildemente tu misericordia, Dios Omnipotente, para que tu gracia benéfica nos reconcilie, a fin de que siempre y en todo lugar, llenos de paciencia, seamos protegidos por tu bondad.

Dios, bajo cuya providencia transcurre nuestra vida, escucha las preces de los que a Ti claman humildemente, para que, libres de toda adversidad y enfermedad, te alabemos con perpetua acción de gracias. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.




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