Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo,
ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo,
ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios,
ten piedad de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús.
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús que, desde el primer instante de tu formación en el casto seno de María has sufrido por nuestra salvación,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que durante toda tu vida has sufrido tantas penas interiores, especialmente durante tu pasión,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón de Jesús, que llevaste contigo a tus más caros discípulos para ser testigos de tu dolorosa agonía en el huerto de los Olivos,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús que dijiste a sus apóstoles: triste está mi alma hasta la muerte,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que fuiste sobrecogido de una mortal tristeza al prever la inutilidad de tus sufrimientos para un gran número de almas,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús que has sido saciado de amargura por causa de nuestros pecados,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús que pediste tres veces a tu padre celestial alejase de ti el cáliz de tu pasión,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que has repetido tres veces esta oración: Padre mío, que se haga tu voluntad y no la mía,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que has hecho esta queja amorosa a tus apóstoles: ¡Cómo! ¿no has podido velar un ahora conmigo?,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, cubierto por la violencia del dolor y por el exceso de tu amor, con un sudor de sangre abundante, que empapó la tierra donde estaba prosternado,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, abierto para los pobres pecadores,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, abismo de misericordias,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que nunca te cansas de nuestros ruegos,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, en el que esperamos contra toda esperanza,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, nuestro asilo contra tu propia cólera,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, tribunal de misericordia, al que podemos apelar los decretos de tu justicia,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, donde la justicia y la misericordia se han abrazado,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, obediente hasta la muerte de cruz,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que has pagado por nuestras iniquidades,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que has convertido al ladrón crucificado a tu derecha,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que nos has prodigado tu dulzura,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, al que en cambio hemos vuelto hiel y vinagre,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que has encomendado tu alma santísima en las manos de tu Padre,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, víctima infinitamente agradable a tu Padre,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, víctima a quien consumió el fuego de amor,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, sacrificio perpetuo,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, sacrificio que aplacas la justicia divina,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, nuestra luz en las sombras de la muerte,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, nuestra fuerza en el último combate,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, sacrificio perpetuo,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, que aplacas la justicia divina,
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, nuestra luz en las sombras de la muerte.
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, nuestra fuerza en el último combate.
Ten Misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, dulce refugio y consuelo de los agonizantes.
Ten Misericordia de nosotros.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Corazón agonizante de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren,
Ten misericordia de los moribundos.
Oremos: ¡Oh amantísimo Señor Jesús! Que has querido nacer, sufrir y morir por salvar a todos los hombres, es en nombre de todas las pobres almas que sufren en este instante y que sufrirán en el día de los combates de la agonía, que te suplicamos humildemente les concedas la gracia, por los dolores de tu Corazón agonizante, del arrepentimiento y del perdón. Dígnate, oh divino Salvador, escuchar esta almas que has rescatado con tu preciosísima sangre y que te claman por la intervención de sus hermanos en la fe. Es hacia Ti, Oh Corazón agonizante de Jesús, que vuelven nuestras miradas moribundas y la esperanza de nuestras almas en este día del último combate en que por la mañana no esperamos ver la tarde, y en la tarde no esperamos ver la mañana, en que todo es luto y abandono en torno nuestro; nuestros cuerpos caen en la disolución, nuestras almas están sobrecogidas de espanto, nuestros ojos ya nublados se fijan en tu imagen crucificada, Oh Jesús, y en la de tu Corazón herido por los pecadores… Vemos esta herida abierta para ofrecernos un asilo contra los enemigos de nuestra salvación… En ella buscamos nuestro refugio… ¡Oh Corazón lleno de compasión hacia nosotros! Sálvanos, ocúltanos a tu propia justicia, y no nos trates según nuestras iniquidades. Sálvanos, Señor, puesto que tu adorable nombre ha sido invocado sobre nosotros en el bautismo, por la Iglesia, tu santa esposa; no olvides que María, tu Madre, es también la nuestra; tu corazón y nuestros labios la han proclamado inmaculada y siempre Virgen. Danos la fe y la contrición que diste al buen ladrón; acepta nuestros dolores y nuestras angustias en unión a tu dolorosa agonía; dígnate oh misericordiosísimo Redentor del mundo, dejar caer sobre nuestras almas una gota de ese sudor divino que destiló de tu sagrado cuerpo en el huerto de los Olivos, y de la sangre preciosa que salió de tu santísimo corazón herido con la lanza en la cruz. La fuerza y la dulzura de este celestial licor lavará todas nuestras iniquidades, será el bálsamo divino que sanará nuestras llagas y nos reconciliará contigo. Oh Jesús; en fin, Oh Corazón agonizante de nuestro Salvador y de nuestro juez, atiende a nuestro deseos; que sostenidos por María, nuestra tierna madre, y por San José, nuestro poderos protector, tengamos la dicha de unirnos a ti por toda la eternidad. Amén.
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